martes, 9 de noviembre de 2010

MUJERES PIONERAS

La normalidad de las jueces pioneras, por Mónica Patxot.Las primeras mujeres en la carrera judicial reivindican su integración, 44años después de que se les permitiera ejercerLa magistrada del Tribunal Supremo Milagros CalvoCuando Milagros Calvo empezó a estudiar Derecho en 1965, a las mujeres no seles permitía ser jueces. Por aquel entonces, Calvo no imaginaba ni de lejosque 37 años más tarde, en 2002, se convertiría en la primera magistrada delTribunal Supremo. Y es que, en 1965, la judicatura era una carrera sólo parahombres. Hasta un año más tarde no se aprobó la ley que permitió a lasmujeres acceder a la carrera judicial. Milagros Calvo no fue la primera mujer en ponerse la toga de juez en España.En enero de 1978, Josefina Triguero abrió ese camino. La primera juez deEspaña se estrenó en los juzgados de Navalmoral (Badajoz). Tenía 30 años.Triguero estaba sola en un mundo de hombres. Pero insiste en que no sufrióningún tipo de rechazo. "En absoluto me sentí discriminada", recuerda lamagistrada, que ahora tiene 63 años, a través de su correo electrónico. Hoyejerce en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid y asimila con"normalidad" los cambios experimentados en su profesión desde que ellarompió el tabú.Tres décadas después, de los 4.536 jueces y magistrados en activo, un totalde 2.163 (un 48%) son mujeres. En el Tribunal Supremo, de sus 88magistrados, diez son mujeres. En el Tribunal Constitucional, la presenciafemenina aún es incipiente: sólo hay dos magistradas del total de 12."Nunca me he sentido víctima", destaca Milagros Calvo.Estos datos revelan que los hombres juristas ocupan más puestos de mando. Elúltimo informe sobre diferencia de género del Foro Económico Mundial, que sedio a conocer hace unas semanas, muestra la poca participación femenina enla economía, un parámetro que incluye el análisis de la presencia de lamujer en la judicatura. En este apartado, España ocupa el lugar número 78.No obstante, en el ranking global, que mezcla todos los parámetrosanalizados, el estudio sitúa a España en el puesto undécimo, con una menorbrecha entre sexos. Esta buena posición se debe al alto número de mujeres enel Gobierno aunque, con la última remodelación, se ha pasado del 52% depresencia femenina a un 46%.Ambas jueces comparten una visión positiva sobre la situación actual. "Loscambios habidos son paralelos a los de la sociedad, la igualdad esindudable", defiende Triguero. Ellas han contribuido a estos cambios con sutrabajo. La clave, explica Milagros Calvo, es la libertad. "Lo importante esque la mujer pueda elegir qué quiere hacer con su vida", insiste. Algunas desus compañeras de la facultad, recuerda, dejaron la carrera a la mitad paracasarse.El mundo de la justicia ya no es el de los años sesenta. Un 36% de losabogados son mujeres, según cálculos del Consejo General de la Abogacía.Cuando este dato se desglosa por franjas de edad, se observa el avance de lapresencia femenina. Hay más abogadas menores de 35 años que hombres:representan un 51% del total. En la franja de 35 a 45 años, este porcentajedesciende hasta el 43%. Las colegiadas mayores de 45 años sólo representanun 17% de los abogados de estas edades.Milagros Calvo recuerda su estreno como juez como "una de las mejoresetapas" de su vida. "Siempre me trataron con respeto, consideración ynaturalidad. Alguna vez, más avanzada mi carrera, he visto alguna actitudaislada a la que no das importancia. Una cosa es discriminación, y otra,mala educación", afirma.Un 48% de los jueces y magistrados en activo son mujeres Calvo, de 62 años, vivió su llegada al Tribunal Supremo "casi como unaexperiencia ajena", por toda la expectación mediática que generó. "Si mepresenté, fue precisamente por el estímulo de mis compañeros", confiesa.Cuando fue nombrada magistrada, Calvo llevaba 20 años ejerciendo de juez."No he apreciado cambios salvo en lo numérico. Pero no sé si no veo loscambios porque no los quiero ver, porque nunca me he sentido víctima",explica Calvo, que huye del victimismo, y dice que hay que creerse igual aun hombre y actuar en consecuencia. "Pero, ojo, hay que estar vigilante paraque la mujer no pierda terreno", destaca.Lo que no soporta es que la lucha por la normalidad pervierta el lenguaje."Digo juez, porque las profesiones son sustantivos y no cambian. Es cuestiónde querer a nuestro idioma y no forzarlo", insiste. Tampoco le parecenjustas las cuotas de paridad en la Administración pública: "Me hacensentirme especie protegida y yo no me considero deficiente en nada". Encambio, sí reconoce que "las cuotas pueden tener un papel importante enámbitos donde lo único que cuente sea el arbitrio". Soltera y sin hijos, la primera magistrada del Supremo centra su vida en eltrabajo. Algunas de sus compañeras son madres de familias numerosas. "No sécómo pueden hacerlo", reconoce.

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