martes, 16 de noviembre de 2010

EDUCACIÓN SEXUAL ¿ EN LA MISMA PARA MUJERES Y HOMBRES?

La educación sexual, es toda aquella información que a lo largo de nuestra vida vamos adquiriendo referente a la sexualidad, pero sobre todo en las épocas de la niñez y la adolescencia.
Esta educación proviene por lo tanto generalmente del entorno familiar, escolar y del grupo de iguales, como compañeros y compañeras o amigos y amigas.

Es un aspecto muy actual, el que los adolescentes reciban educación sexual por parte de un profesional. Actualmente es frecuente la impartición de talleres de educación sexual en centros públicos, algunos concertados, y muy pocos privados, y la mayoría de las veces suelen impartirse en los cursos de secundaria y bachillerato únicamente.

Lo más frecuente es que estos talleres se centren en una amplia explicación sobre los métodos anticonceptivos, las enfermedades de transmisión sexual y la prevención de embarazos no deseados. Sin embargo en estos talleres no se suele dar una visión positiva de la sexualidad, no se transmite la naturalidad de la que goza, ni se centra en la vivencia placentera que la sexualidad tiene como función.

Mi experiencia como monitora de educación sexual con adolescentes, me llevó a reflexionar sobre algo que en su momento me sorprendió. Tras toda esta visión de la sexualidad centrada en el peligro, y por tanto la importancia de su prevención, las actitudes de los adolescentes varones y las actitudes de las adolescentes mujeres no son en ningún caso parecidas.

Ellos, por lo general (sin caer en el burdo abismo de la generalización) están más centrados en su propio placer, en qué es lo que pueden hacer para que sus conductas sexuales sean lo más satisfactorias posibles, sin preocupaciones acerca de las enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados.

Ellas, son las más interesadas por la salud, aunque cabe destacar, que incluso les preocupa más los embarazos no deseados, que las infecciones de trasmisión sexual. La mayoría de sus preguntas, cuestiones, dudas van dirigidas a disolver mitos o creencias erróneas sobre métodos anticonceptivos. Sin embargo, las infecciones de transmisión sexual las ven como algo lejano y con baja probabilidad de que les ocurra, ya que las suelen enmarcar dentro de grupos entre los que no se encuentran, como por ejemplo prostitutas, drogadictos u hombres homosexuales. Sin embargo, casi ninguna pregunta de las adolescentes va dirigida hacia el placer, o por lo menos hacia su propio placer, ya que si en alguna ocasión hacen alusión a este tema, suele ser para interesarse en qué deben realizar para hacer que los hombres disfruten más.

Tras esta experiencia, me pregunto ¿es coincidencia que sean los varones los que se interesan por la sexualidad como una vivencia placentera? ¿Se cumple por tanto el mito de que los hombres son los únicos que piensan en sexo? A mi parecer, creo que estas cuestiones vienen influenciadas por una distinta educación sexual entre hombres y mujeres.

Dentro de los estereotipos de género, al hombre se le atribuyen entre otros calificativos, ser duro, fuerte, no ser sensible, ser pasional…para él, está permitido desde niño adentrarse en el mundo de la sexualidad como una forma natural e incluso “varonil”, es decir, que el mirar a las niñas que les gusten, el poderles decir un piropo, e incluso el levantarles la falda, está en cierta medida permitido porque forma parte de los roles adjudicados a un hombre. Así, desde pequeños, los varones aprenden a tener muchas más fuentes de excitación que las mujeres, y a utilizar todos sus sentidos (vista, olfato, tacto, gusto y oído) para desencadenar la clave erótica (pensamientos que hacen que recibamos los estímulos del exterior como sensuales).

Sin embargo, a las mujeres se nos adjudican otro tipo de roles de género, entre ellos se encuentran el ser serviciales, pacientes, saber escuchar, ser más sensibles, dulces…dentro de la sexualidad no está tan bien visto que una niña sea atrevida, mire a un niño descaradamente porque le guste, etc., aunque sí se nos permite expresar nuestros sentimientos y mostrar nuestras emociones de una forma natural, a diferencia de los varones. Con esta educación, las mujeres crecemos en un ámbito en el que nos desenvolvemos mejor hablando y dialogando las cosas, pero que sin embargo nos cuesta más que a los hombres encontrar esos estímulos externos sensuales, que harían “despertar” nuestro “apetito sexual”.

¿Y tiene alguna repercusión la distinta educación sexual entre hombres y mujeres? A mi parecer sí, creo que tampoco es coincidencia, el que las disfunciones sexuales en las mujeres que se ven en consulta más frecuentemente, son el deseo sexual hipoactivo, es decir falta de deseo para tener relaciones sexuales, o la anorgasmia, es decir la imposibilidad o dificultad para obtener orgasmos.

Y aunque el panorama actual es bastante esperanzador, debido a que los roles de género son cada vez más flexibles y más permeables, y tanto los hombres como las mujeres vamos adquiriendo en mayor medida estereotipos del otro género, a mi parecer aún queda un largo camino hasta poder alcanzar la educación sexual sana, satisfactoria y adecuada para que tanto hombres y mujeres podamos disfrutar de nuestra sexualidad, y vivirla con la naturalidad de la que afortunadamente está dotada.

Almudena Luján San Félix, psicóloga y terapeuta sexual.

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